EL ASESINATO DE RASPUTÍN: EL FIN DE LA DINASTÍA ROMANOV 😮

Hoy hablaremos del asesinato de Rasputín, un hombre que son una mirada penetrante y un discurso persuasivo, logró ascender desde un modesto pueblo en Siberia Occidental hasta convertirse en una de las figuras más influyentes de la corte imperial rusa.
Este místico experimentó una notable transformación espiritual en su juventud, aunque su reputación como hombre santo se veía empañada por su comportamiento licencioso y lascivo.
Sobre todo, era conocido por sus supuestos poderes curativos. De hecho, parecía ser el único capaz de detener las terribles hemorragias que el zarévich sufría a causa de la hemofilia heredada a través de su madre. Hoy en día, se piensa que para ello utilizaba la hipnosis.
Igualmente, el monje afirmaba tener visiones del futuro, lo que aumentaba su aura de misterio. Todo ello le permitió ejercer una creciente influencia sobre el zar Nicolás II, pero especialmente sobre la zarina Alejandra, quien lo convirtió en su principal consejero y amigo, haciendo oídos sordos a todos los rumores sobre la dudosa moralidad del supuesto «monje santo».
El principio del fin de la familia Romanov y de Rasputín
En 1916, la Primera Guerra Mundial estaba en pleno apogeo. Rusia era aliada de Inglaterra y Francia contra Alemania, Austria e Italia. El mal equipado y anticuado ejército ruso sufría grandes derrotas, así como enormes pérdidas humanas. Mientras la situación en el país empeoraba, el pueblo padecía una terrible hambruna, la impopularidad de la familia imperial crecía y las revueltas y huelgas se multiplicaban por todo el país.

En medio de esta situación, el zar decidió partir hacia el frente para liderar a sus hombres, dejando a la zarina Alejandra al frente del gobierno. No hay que olvidar que la emperatriz era alemana de nacimiento y que nunca fue realmente aceptada por el pueblo; incluso se la acusaba de espiar para su país natal. Además, Rasputín, como poder en la sombra, era quien realmente gobernaba. Con estos ingredientes, la tragedia que acabó con la familia Romanov estaba servida.
No cabía duda de que la situación iba de mal en peor, lo que alarmó a muchos políticos rusos, pero también a nobles y a diversos miembros de la familia Romanov. Parecía imposible hacer entrar en razones a la zarina Alexandra, de manera que la única opción que parecía viable era acabar con la vida de Rasputín. Claro que eso no era tan fácil, a ver quién le ponía el cascabel al gato.

Empezamos con la versión oficial o, al menos, la que contó hasta el final de sus días el príncipe Félix Yusúpov, el líder de los conspiradores. Yusúpov era un noble ruso, perteneciente a una de las familias más ricas del mundo y que, sin lugar a duda, tuvo una vida de película. En 1914 se casó con la princesa Irina Alexándrovna Románova, una sobrina del zar Nicolás II, conocida por su gran belleza.
Según el príncipe, el día 29 de diciembre de 1916, invitó a Grigori Rasputín a su palacio con la excusa de que su esposa quería conocerlo. Una vez allí, le sirvieron pasteles con cianuro, pero como el veneno pareció no hacerle el más mínimo efecto, Yusúpov pidió su revólver al gran duque Dimitri Pávlovich, un primo de Nicolás II que también estaba implicado en la trama y que esperaba en el piso de arriba. Con ese revólver, disparó varias veces al monje.
Cuando ya celebraban el asesinato de Rasputín y ante el estupor de todos, este se levantó dando alaridos y huyó por el patio trasero del palacio. El diputado ultraderechista de la Duma, Vladimir Purishkevich, lo persiguió y le dio dos tiros: uno en la espalda y otro en la frente, dándolo definitivamente por muerto. Ataron el cuerpo con cadenas, lo subieron a un coche y lo arrojaron al río Neva por un agujero que había en el hielo.

La hija de Rasputín informó a la zarina de la desaparición de su padre y esta ordenó a la policía de que se diera prioridad a su búsqueda; incluso el zar abandonó el frente para estar con su familia, al ser informado de la situación. Hasta ahí llegaba la dependencia que tenían de él.
Recuperaron el cadáver dos días después y ¡sorpresa! Al hacerle la autopsia, descubrieron que tenía agua en los pulmones y que la verdadera causa de la muerte había sido la hipotermia. Es decir, que todavía vivía cuando lo lanzaron al río, a pesar de que tenía tres impactos de bala: uno frontal que le afectó el estómago e hígado, otro en el riñón derecho que le habían dado por la espalda, y, por último, uno en la frente a quemarropa. Eso sí, no había restos de cianuro en su cuerpo.

Los servicios secretos británicos en el asesinato de Rasputín
Otra versión sobre el asesinato de Rasputín, bastante plausible teniendo en cuenta los documentos desclasificados en los últimos años, es que Yusúpov, que había estudiado en Oxford y tenía muchos contactos, pidió ayuda a los Servicios Secretos Británicos, y fueron estos, a través de un agente llamado Rayner, los que organizaron el crimen. Aunque de ser así, fueron un tanto incompetentes.
Los británicos pensaban que el místico ruso estaba intentando convencer al zar para que abandonara la guerra, algo que habría ido completamente en contra de sus intereses. Vamos, que su muerte era del interés de todos.
La misteriosa y premonitoria carta a la Zarina Alejandra
Un mes antes de su muerte, supuestamente, Rasputín escribió una carta a Alejandra en la que profetizaba que los campos de Rusia se teñirían con el rojo de la sangre, pero que él no lo vería, porque iba a ser asesinado muy pronto. Advertía a la zarina que, si moría en manos de algún miembro de la familia imperial, eso significaría el final de los Romanov y la muerte de la pareja imperial y de sus hijos. Pedía a Alejandra que no rezara por él, sino por ellos.
La carta siempre se ha dado por buena, pero nunca se ha encontrado una copia, y la única referencia a su existencia son los comentarios de María, la hija del propio Rasputín. Pero claro, también parece obvio que, de haber existido, los bolcheviques hubieran destruido cualquier referencia a ella. El texto de la carta lo podéis leer íntegro en este artículo del archivo ABC.
Lo cierto es que el 17 de julio de 1918, Nicolás II y todos los miembros de su familia fueron brutalmente asesinados en la Casa Ipátiev, en Ekaterimburgo, cumpliéndose al pie de la letra la supuesta premonición de Rasputín. Hoy en día sabemos que, a pesar de las románticas historias que circularon durante el siglo XX, ni la gran duquesa Anastasia ni ningún otro miembro de la familia Romanov logró sobrevivir a la masacre. Lo que quizás no sepas es que una de las personas que más hizo por salvar la vida de los Romanov fue el rey español Alfonso XIII.

Ahora que ya conoces los misterios sobre el asesinato de Rasputín y el trágico final de la familia imperial rusa, quizás quieras conocer a otro miembro de la realeza cuya muerte marco el inicio de Primera Guerra Mundial: el archiduque Francisco Fernando de Austria.